Sana'a - Saba:

Desde mediados de marzo, la agresión estadounidense ha ido aumentando a un ritmo constante, atacando sistemáticamente zonas pobladas e infraestructura yemení en un intento de agotar la economía nacional, profundizar el sufrimiento de los yemeníes e imponer restricciones asfixiantes a sus medios de vida, todo con el objetivo de devolver a Yemen al círculo de tutela y hegemonía extranjeras.

A medida que aumenta el ritmo de los ataques aéreos sobre la capital, Saná, y otras provincias liberadas, los yemeníes se preguntan: ¿Quién será la próxima víctima de las bombas y misiles de la agresión liderada por Estados Unidos, que están cayendo sobre casas, mercados y zonas residenciales? En una escena que confirma la insistencia de Washington en presionar a Yemen y disuadirlo de su posición de principios de apoyo al pueblo palestino, como lo demuestran las horribles masacres en el mercado y el barrio de Farwa, en el distrito de Shu'ub, y la zona de Thaqban, en el distrito de Bani Al-Harith de la capital, Saná, además de otras masacres que dejaron cientos de muertos y heridos.

La masacre del puerto de Ras Issa no estaba lejos. El enemigo estadounidense cometió una serie de masacres sangrientas, la más reciente de las cuales fue la masacre en el Refugio de Migrantes Africanos en la Gobernación de Saada, que resultó en la muerte y heridas a 125 migrantes. Esto ocurrió a pesar de que las organizaciones internacionales que operan en Yemen sabían de la existencia del centro, que anteriormente había sido blanco de la agresión de 2021 por parte de Estados Unidos y sus aliados, que resultó en más de 300 víctimas, entre muertos y heridos.

El continuo derramamiento de sangre de niños, mujeres y ancianos refleja el nivel de decadencia moral y colapso ético que ha alcanzado Estados Unidos como superpotencia. Encarna su desprecio sistemático por las vidas civiles y su apoyo ilimitado a la guerra de exterminio perpetrada por el enemigo sionista en Gaza y Palestina en general. Estos crímenes han sido descritos como las atrocidades del siglo.

El papel estadounidense no se limitó al apoyo militar, logístico y material a la entidad sionista, sino que se extendió al castigo de todos los que apoyaron a Gaza y al pueblo palestino, en particular a Yemen, que se enfrenta a una agresión estadounidense directa que ha llegado al punto de saborear la matanza de civiles, en consonancia con las masacres que se cometen en Gaza las 24 horas del día.

Después de que Estados Unidos no logró movilizar a sus aliados en la región ni presionar a sus representantes para que se enfrentaran al pueblo libre de Yemen, recurrió a la intervención directa. Sin embargo, no cosechó más que vergüenza y derrota durante un mes y medio, a pesar de haber utilizado un enorme arsenal militar y sistemas de defensa avanzados, que no lograron impedir que Yemen apoyara a Gaza o impusiera un bloqueo naval a los barcos sionistas y estadounidenses que se dirigían a los puertos ocupados.

Dado el firme apoyo de Yemen a Palestina, su lanzamiento de misiles y drones hacia el interior de la entidad sionista y su impedimento al paso de barcos estadounidenses y británicos, las fuerzas armadas yemeníes han logrado frustrar muchos de los planes de Washington y Londres. Obligaron al portaaviones estadounidense Truman a retirarse del Mar Rojo tras repetidos ataques, el más reciente de los cuales fue el derribo de un F-18, según reconoció la Marina estadounidense.

Los expertos militares y estratégicos han enfatizado que las sucesivas derrotas sufridas por Estados Unidos en su agresión contra Yemen —desde el derribo de sus aviones avanzados hasta los ataques a portaaviones y buques de guerra— exponen la incapacidad y el fracaso abyecto de la administración estadounidense para lograr los objetivos de la llamada "Operación Rough Knight", que buscaba destruir centros de comando y control, sistemas de

defensa aérea e instalaciones de fabricación militar yemenitas.

Los expertos creen que es imposible para Washington lograr sus objetivos en Yemen, en particular asegurar la navegación en los mares Rojo y Arábigo, especialmente dadas las continuas operaciones diarias llevadas a cabo por las fuerzas yemeníes contra el interior profundo de la entidad sionista y contra portaaviones y buques de guerra estadounidenses en el Mar Rojo.

Washington sufre grandes pérdidas diarias por sus operaciones en Yemen, que superan los tres mil millones de dólares en sólo 40 días, según el periódico ruso Nezavisimaya Gazeta. El sitio web conservador estadounidense citó al analista militar estadounidense Dan Grazer, quien dijo: “Gastamos una fortuna construyendo fuerzas para lidiar con los peores escenarios, solo para descubrir que nuestro ejército, equipado con miles de millones de dólares en armas avanzadas, no está rindiendo como se esperaba”.

"Estamos librando una guerra en circunstancias mucho menos complejas de lo que anticipábamos, pero sufrimos una desproporción financiera, al utilizar misiles multimillonarios para derribar drones que no cuestan más de 1.000 dólares. Esto es ridículo", añadió Grazer, señalando que Estados Unidos necesita reconstruir una fuerza convencional más equilibrada que logre la eficiencia requerida.

Mientras el pueblo yemení mantiene su firmeza y la participación popular semanal de un millón de personas en apoyo de Gaza, Estados Unidos se encuentra sumido en una confrontación existencial, en la que carece de los medios para ganar. Este enfrentamiento se libra contra un pueblo que ha decidido ser socio en la batalla por la conciencia, la dignidad y la liberación. Un pueblo que comprende que el precio del orgullo puede ser alto, pero es mucho menor que el costo de la sumisión y la humillación, y que una victoria rotunda no es una posibilidad, sino un destino cuyos rasgos están moldeados por una voluntad invencible.