Ramallah – Saba:
Las instituciones de prisioneros palestinos (la Comisión de Asuntos de Prisioneros y Exprisioneros, el Club de Prisioneros Palestinos y la Asociación Addameer de Apoyo a los Prisioneros y Derechos Humanos) declararon que las autoridades de ocupación israelíes siguen intensificando la tortura sistemática contra prisioneros y detenidos en cárceles y campos, que se han convertido en campos de tortura.
Las instituciones añadieron en una declaración conjunta, emitida hoy jueves, con motivo del Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura, que el período posterior al genocidio marcó un punto de inflexión en la evaluación de la magnitud de los crímenes cometidos por las autoridades de ocupación israelíes y sus diversas agencias, y las graves repercusiones del uso generalizado de este delito, que ha llevado al martirio de decenas de detenidos y prisioneros, convirtiéndolo en el período más sangriento en la historia del movimiento de prisioneros, según la agencia de noticias palestina Safa.
Las organizaciones señalaron que, desde el inicio del genocidio, las instituciones pertinentes han obtenido decenas de testimonios que reflejan la escalada de los crímenes de tortura, desde el momento de la detención, pasando por la fase de investigación, que es la etapa más importante en la comisión de estos crímenes, hasta las prisiones, donde estas prácticas continúan mediante diversas políticas y herramientas.
Indicaron que la política de tortura ya no se limita a la fase de investigación con el fin de obtener confesiones. Más bien, el enemigo ha ideado métodos y herramientas que han contribuido a arraigar este crimen en la vida cotidiana de los presos, lo cual se ha acentuado de una forma sin precedentes desde el inicio del genocidio.
Afirmaron que, con la intensificación de las campañas de arrestos y las investigaciones de campo, que han afectado a miles de ciudadanos, incluyendo mujeres y niños, la tortura ha experimentado una escalada sin precedentes en términos de nivel e intensidad. Los testimonios de detenidos y presos liberados ofrecen pruebas contundentes de estos crímenes, junto con los efectos psicológicos que estas políticas han tenido en ellos.
Las organizaciones de presos palestinos explicaron que los testimonios de los detenidos reflejaban múltiples métodos de tortura psicológica y física, comenzando con arrestos brutales y continuando con intimidación sistemática, palizas severas y sujeciones dolorosas, lo que provocó graves complicaciones, incluida la amputación de extremidades en algunos detenidos, especialmente en los de Gaza.
Señalaron que los métodos de tortura incluían: shabeh (posición forzada), crucifixión, electrocución, rociado con agua hirviendo, uso de productos químicos corrosivos, extracción de uñas, interrogatorios prolongados con privación de sueño, comida, agua y baños, ruidos fuertes (como música disco), la política de "pañales" y soldados orinando sobre comida y agua, e incluso sobre los propios detenidos.
Denunciaron que las humillantes y degradantes condiciones de detención contribuyeron al afianzamiento de los crímenes de tortura, incluyendo la escalada de crímenes sexuales tras el genocidio y los crímenes de violación, que resultaron en lesiones graves, como fracturas, y la negación de tratamiento médico.
Las organizaciones confirmaron haber documentado decenas de casos, especialmente desde el inicio del genocidio. Las prisiones fueron testigos de una brutal represión, en la que las fuerzas enemigas utilizaron porras, dispositivos de electrochoque y perros policía, obligando a los presos a desnudarse y agrediéndolos durante horas en los patios de la prisión.
Las organizaciones indicaron que las enfermedades y epidemias se han convertido en una herramienta sistemática de tortura, dejando a los detenidos sin tratamiento. Un ejemplo de ello es la sarna, que padecen las 24 horas del día, lo que les provoca dolor intenso e incapacidad para satisfacer sus necesidades.
El número de prisioneros y detenidos en cárceles israelíes supera los 10.400, incluyendo 47 prisioneras, más de 440 niños, 3.562 detenidos administrativos y 2.214 detenidos de Gaza, a quienes el enemigo clasifica como "combatientes ilegales". Estas cifras no incluyen a los detenidos en campamentos militares israelíes, cuyo número se estima en cientos.
Desde el inicio de la agresión a la Franja de Gaza, 72 detenidos han sido martirizados en cárceles y campamentos enemigos, y sus identidades han sido reveladas. Mientras tanto, decenas de detenidos en Gaza siguen siendo víctimas del delito de desaparición forzada.
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