Gaza – Saba:
Wissam Zaghir, jefe del Departamento de Boicot del Frente Democrático para la Liberación de Palestina, enfatizó que el boicot, como forma de resistencia, no se limita a las dimensiones económicas y políticas, sino que se ha expandido hasta convertirse en un pilar de la conciencia cultural palestina.
En una reseña cultural recibida por la Agencia de Noticias Yemení (Saba), afirmó: «Este rechazo se ha manifestado claramente en la poesía palestina, que, desde la Nakba de 1948 hasta la actualidad, ha constituido una voz revolucionaria frente a la ocupación israelí, rechazando y combatiendo toda forma de normalización».
Añadió: «Desde sus inicios, la poesía palestina no ha sido neutral ni descriptiva. Más bien, ha adoptado una postura agresiva, incitando a la resistencia y fortaleciendo la conciencia colectiva que rechaza la ocupación. El boicot en poesía ha pasado de ser una simple postura a una manifestación de dignidad nacional».
El difunto poeta Mahmoud Darwish expresó su firme postura sobre la normalización diciendo: «¡Que conste! No compro mi pan al ocupante ni vendo mi nombre a ladrones», indicando su negativa a interactuar con los productos de la ocupación, incluyendo bienes, lengua y narrativas. Consideraba la dependencia económica una forma de normalizar el crimen». Por su parte, el poeta Samih al-Qasim fue más vehemente en su expresión poética del boicot, al escribir: «No plantaré una flor en el jardín del usurpador, ni buscaré refugio bajo el techo del usurpador de mi hogar», negándose a beneficiarse de ningún servicio o producto proporcionado por la ocupación, enfatizando que la dignidad nacional no se puede comprar con la mercancía del usurpador de la tierra.
En cuanto a Mu'in Bseiso, consideró el boicot como una clara expresión de pertenencia a la tierra y al pueblo. Dijo: «Tomen su pan... pero no tomen su sal», indicando que lo que se produce en tierras robadas es moral o nacionalmente inaceptable. Continuó: «Incluso la poeta Fadwa Tuqan, cuya poesía abordaba el sufrimiento de las mujeres palestinas bajo la ocupación, consideraba el boicot un acto existencial que protege la identidad. Escribió: «Me entrego a la paciencia del pan amargo, pero no está hecho con su harina», enfatizando que vivir de los productos de la ocupación es una vida sin dignidad».
Añadió: «En este sentido, el boicot cultural en la poesía palestina no fue una mera expresión simbólica, sino un acto políticamente consciente e incitador, que llamaba a la resistencia a la ocupación no solo con armas, sino también a través de posturas personales cotidianas: ¿Qué consumimos? ¿A quién le compramos? ¿Y a quién le pagamos?».
Continuó: «Los poetas palestinos coinciden en que la poesía constituye un frente de resistencia avanzado en la batalla integral contra el boicot, enfatizando que la pertenencia no es un eslogan poético, sino una postura política y moral. Las palabras, como las armas, pueden ser una trinchera defensiva contra el ocupante». Dijo: «Ante los continuos ataques a la narrativa palestina, la importancia del boicot cultural surge como una respuesta directa a los intentos de la ocupación de penetrar la narrativa nacional a través del arte, los medios de comunicación y las actividades de normalización. Negarse a recibir a representantes de la ocupación en espacios culturales o a participar en actividades de normalización es una forma de defender los derechos palestinos y proteger la identidad nacional de la distorsión».
Zgheir concluyó diciendo: «La cultura en la era de la ocupación no se mantiene neutral; más bien, es un espacio de diálogo y rechazo, y un frente de resistencia paralelo a otros ámbitos».
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