Sana'a - Saba: Escrito por: Editor político
La admisión oficial por parte de Estados Unidos de una derrota militar en Yemen hace sonar la campana para la cuenta regresiva hacia el declive de un imperio militar que se había establecido como policía internacional en las aguas del planeta.
La admisión provino del número dos del gobierno estadounidense, el vicepresidente J.D. Vance, quien indicó que la era del dominio indiscutible de Estados Unidos sobre los mares y el aire ya terminó y es cosa del pasado. Estados Unidos y sus fuerzas armadas deben adaptarse al panorama geopolítico que cambia rápidamente.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, confirmó la derrota, afirmando que las operaciones de su país en Yemen no habían logrado sus objetivos declarados de detener y eliminar los ataques a Saná y destruir su arsenal de armas.
Esta admisión de derrota tendrá importantes implicaciones internacionales, la más notable quizá sea que Estados Unidos ya no es el temible coco que alguna vez fue. Todos en Europa, Asia, África y América Latina deben enfrentar esta admisión rechazando los dictados y la tutela estadounidenses sobre los países, oponiéndose firmemente a la hegemonía estadounidense, rechazando sus proyectos coloniales destructivos y aprendiendo de lo que las fuerzas de Saná les hicieron a las fuerzas estadounidenses. Todo país que tenga una disputa con Estados Unidos debe basar sus cálculos en consecuencia.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ve la derrota y la victoria en cualquier batalla militar a través del prisma de un magnate inmobiliario, gobernado por las ganancias y las pérdidas. Ésta se ha convertido en la política estadounidense actual, especialmente desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Pero Trump y los funcionarios de su administración han olvidado que las relaciones internacionales no se rigen por ganancias y pérdidas sino por los equilibrios políticos en las relaciones entre países, en los que se toman en cuenta los intereses de cada parte y se hacen concesiones en un lugar para obtener ganancias en otro.
Los estadounidenses percibieron que habían entrado nuevas variables en los enfrentamientos militares, en particular los drones baratos y los misiles de crucero fácilmente disponibles que infligen daños significativos a sus objetivos.
Estas variables hicieron que los portaaviones y sus buques de guerra acompañantes fueran blancos fáciles para estos drones y misiles balísticos, algo que los estadounidenses no habían previsto. Un misil balístico y dos drones que cuestan unos pocos miles de dólares podrían hundir un portaaviones que vale más de mil millones de dólares.
Así que las reglas de combate han cambiado, y los estadounidenses deben calcularlo cuidadosamente. Después de calcular esto, concluyeron que ya no son la principal potencia mundial y que se ha producido un declive significativo y aterrador del ejército estadounidense en favor de otras fuerzas a nivel internacional.
Ahora, los países bajo la hegemonía estadounidense en Asia, África, América Latina y Europa pueden respirar aliviados, determinar sus opciones nacionales y salir del manto estadounidense, teniendo en cuenta lo que las fuerzas de Saná le hicieron a la Marina de Estados Unidos.
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