Sanaá - Saba:Escrito por: Editor político
Menos de un mes después de llegar al poder en Estados Unidos, el presidente estadounidense, Donald Trump, comenzó a firmar una serie de órdenes ejecutivas que agitaron al mundo entero contra Estados Unidos.
Muchas de estas órdenes pueden calificarse de disparatadas, sobre todo en lo que se refiere al desplazamiento de la población de la Franja de Gaza, rechazado internacionalmente incluso por los aliados más cercanos de Estados Unidos, así como a la anexión de Canadá, que es un continente en términos de superficie, a Estados Unidos, así como a la anexión u ocupación de Groenlandia y la amenaza de ocupación del Canal de Panamá. Asimismo, el presidente estadounidense había emitido una decisión de incluir a Ansar Allah en la lista de organizaciones terroristas extranjeras.
Un conjunto de órdenes ejecutivas y decisiones no pueden ser emitidas por un presidente cuerdo que tenga en cuenta las reacciones internacionales y las dimensiones de sus locas decisiones, que han provocado un resentimiento internacional sin precedentes que llegó incluso a los propios Estados Unidos y sus instituciones legislativas.
Un presidente que se ocupa de gobernar un país del tamaño de Estados Unidos con la mentalidad de un comerciante inmobiliario que no tiene en cuenta a todos los países del mundo ni a los aliados más cercanos de su país. Le importa el dinero por encima de todo. Esta es la mentalidad de un comerciante que tiene en cuenta las ganancias y las pérdidas, no la mentalidad de un político que tiene en cuenta todas las dimensiones políticas de cualquier paso que da.
Donald Trump se ha convertido en el hazmerreír del mundo entero. Todos los países latinoamericanos lo han rechazado y han lanzado amenazas contra Panamá, México y Colombia. Sus aliados europeos lo han rechazado categóricamente, han condenado sus decisiones y han criticado su estilo bárbaro de gobernar. En Asia y África, Trump se ha convertido en motivo de burla y de ataques por parte de la mayoría de los habitantes de ambos continentes.
El poder, la autoridad y la riqueza pertenecen a quienes tienen mente, como lo describió un político europeo. En este caso, Trump no debería tener ni poder ni autoridad, y ciertamente no tiene mente, ya que está antagonizando al mundo entero bajo la ilusión de que está protegiendo los intereses de su país, olvidando que otros tienen derecho a proteger los intereses de sus países.
La región árabe ha sido escenario de una gran parte de las brutales declaraciones y entrevistas de Trump en los medios, ya que trata a los principales países de la región, como Egipto, Yemen, Arabia Saudita y los estados del Golfo en conjunto, como centros de población y no como estados independientes y soberanos. Ha encontrado terreno fértil, con excepción de Yemen, para practicar su tiranía y sus tendencias expansionistas. Considera a los países del Golfo y a Arabia Saudita como zonas de riqueza y dinero pertenecientes a su país, sobre todo porque allí encuentra gobernantes humillados, sumisos y que obedecen todas sus decisiones y directivas.
Yemen fue el único país árabe que dijo no no sólo a Trump sino también a Estados Unidos y su poderío militar, y las batallas en el Mar Rojo son prueba de ello. El mundo entero observó con interés cómo la Armada yemeníta impartía lecciones de combate al arsenal naval estadounidense.
La Armada de Estados Unidos ha admitido su derrota en el Mar Rojo, ya que Daniel Dwyer, subjefe de Operaciones Navales, indicó que las fuerzas estadounidenses están aprendiendo de la tecnología yemeníta, destacando que hay nueva tecnología y técnicas utilizadas por la Armada yemeníta en el Mar Rojo.
Ahora las locas declaraciones de Trump han llegado a un callejón sin salida después de que el mundo entero las rechazó, y todo lo que le queda es disculparse con toda la gente de la tierra por su molestia con sus declaraciones.
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