
Sanaá - Saba: Informe: Jamil Al-Qashm
La conmemoración de la Ashura es un momento crucial para la conciencia humana y el enfoque revolucionario de la nación. Es una ocasión anual conmemorada por las masas del pueblo yemeníta con una conciencia apasionada y una profunda comprensión de la importancia y los valores que encierra, inseparables de la lucha de la nación, especialmente a la luz de la brutal agresión sionista contra Gaza.
Cada año, el pueblo yemeníta conmemora la Ashura con un espíritu consciente que transforma la ocasión en una renovada postura revolucionaria. Se invoca al Imán Hussein (la paz sea con él) como símbolo de la verdad, y Karbala revive como guía para la postura en tiempos de falsificación y desviación. Los valores que encarnó están arraigados en la conciencia del pueblo, y el compromiso práctico de enfrentar la tiranía es una extensión de la opresión de Hussein en la realidad actual de la nación. La conexión con la Ashura se transforma en una fuerza de movilización, firmeza y la formulación de una postura inquebrantable.
Karbala, en la conciencia yemeníta, no es un acontecimiento del pasado, sino un problema vivo y recurrente que se repite de diversas formas. La más evidente es el asedio, la hambruna y el genocidio que sufre el pueblo palestino en Gaza, todo ello bajo la atenta mirada de una nación que ha permanecido en silencio o transigente, dejando correr la sangre de niños y mujeres sin una postura unificadora ni la caballerosidad necesaria para restablecer el equilibrio.
El líder mártir, Señor Hussein Badr al-Din al-Houthi, estableció un principio fundamental sobre la Ashura desde el principio de sus lecciones. Enfatizó que conmemorar la ocasión es incompleto sin actuar contra los tiranos. Enfatizó que Hussein no fue asesinado para ser llorado, sino para movilizar a las personas libres de todas las épocas y formar su conciencia basándose en el principio de que "La humillación está fuera de nuestro alcance".
En sus discursos, el líder de la revolución, Señor Abdulmalik Badr al-Din al-Houthi, renueva el espíritu husseiní en su forma más gloriosa, enfatizando que la Ashura representa un faro guía y un firme equilibrio de posiciones. Enfatizó que el compromiso con ella se manifiesta en el apoyo a causas justas, entre las que destaca Palestina. La postura yemeníta actual hacia Gaza representa una extensión práctica del juramento de lealtad a Hussein, una sincera adhesión al bando de la verdad y una consolidación del enfoque de los Karbala, quienes sacrificaron sus vidas en defensa de valores y principios. Karbala fue un símbolo de firmeza, y Gaza un territorio donde se renovó el significado de la lealtad.
La comparación entre Karbala y Gaza no solo se debe a un sesgo sentimental, sino también a una convergencia en la esencia de la opresión. Ambas representan una forma de agresión contra la justicia y un atentado contra el proyecto nacional de libertad y dignidad. Además, el desprecio internacional y árabe por los crímenes de la ocupación sionista evoca el silencio nacional ante la opresión sufrida por Hussein.
Este espíritu se refleja en la movilización que conmemora esta dolorosa tragedia, donde el discurso popular y oficial se unen para consolidar la conciencia nacional sobre la importancia de la Ashura como punto de partida de la postura, e invocar el camino de Hussein como una vía clara para enfrentar la injusticia y la desviación. Esta renovada conexión con la revolución de Hussein como postura unificadora, articulada en la conciencia de las masas, se traduce en un compromiso práctico que refuerza la presencia de valores y aumenta la conciencia y la firmeza en la lucha de la nación contra sus enemigos.
Solo el pueblo yemeníta en su realidad, lucha y presencia moral, encarna hoy el ejemplo vivo de los Hussein. No se limitaron a llorar y lamentarse, sino que adoptaron una postura práctica apoyando a los oprimidos, condenando a los agresores y contribuyendo eficazmente a la lucha de la nación con su esfuerzo, dinero, sangre y voz. Esta es una verdadera expresión de lealtad y firmeza, una postura que surge de la firme comprensión de que Karbala es un camino continuo, manifestado en todos los ámbitos donde se alza la voz de la verdad y se resisten los proyectos de hegemonía e injusticia.
No sorprende que los yemenítas interactúen con la Ashura con tanta intensidad. La opresión que sufrieron bajo la sombra de la agresión estadounidense, saudíta y emiratos ha estrechado su conciencia con la tragedia de Hussein y los ha hecho más conscientes de la conciencia y la valentía necesarias para la confrontación.
Karbala fue un grito contra la falsificación y la desviación religiosa y política. Hoy, los yemenítas comprenden que la victoria para Palestina no es un eslogan emocional, sino una renovación de los valores de la revolución y la liberación de las ataduras de la hegemonía y la arrogancia.
Mientras el pueblo yemeníta conmemora este aniversario, el mundo árabe experimenta un estado de parálisis política y moral, con regímenes que despilfarran la dignidad de la nación y niegan la sangre de los palestinos. Esta escena evoca a quienes no apoyaron al Imán Hussein (que la paz sea con él).
Hussein pronunció su palabra y falleció, y los yemenítas hoy la corean en voz alta: "Alguien como yo no puede jurar lealtad a alguien como tú", en una postura práctica que expresa el rechazo a la sumisión y la hegemonía, exponiendo toda forma de normalización, servilismo e identificación con el proyecto sionista-estadounidense.
Las actividades en Yemen destacan la conexión de la Ashura con Palestina como un tema central. Lemas, pancartas y cánticos afirman que Karbala está reviviendo en Gaza, que Hussein está presente en los corazones de los muyahidines y que Palestina no estará sola mientras haya un yemeníta en la nación que hable, luche y se levante.
La conmemoración de la Ashura en Yemen representa un momento de conciencia colectiva, que redefine la relación entre el pasado y el presente. Se invoca la revolución de Hussein como método para definir posiciones, y se recuerda a Karbala como un espejo que revela la postura de la nación en sus principales batallas. La ocasión se transforma en un espacio de formación y movilización, donde se forjan firmes convicciones de que la lucha contra la falsedad no se mide por tiempo ni lugar, sino por el apoyo sincero a la verdad, cueste lo que cueste.
Cuando las multitudes marchan hacia las plazas, ondeando las banderas de Hussein y Palestina, declaran que Yemen no ha cambiado en absoluto, que mantiene su compromiso con la revolución, rechaza la humillación y renueva su lealtad al proyecto de liberación iniciado por Hussein y continuado por las caravanas de muyahidines en Palestina, Yemen, Líbano y todos los espacios libres.
La Ashura es una viva encarnación del equilibrio de posiciones. Cada año, revela quiénes portan con firmeza la bandera de la verdad, quiénes se solidarizan sinceramente con los oprimidos, y destaca claramente la verdadera naturaleza de los pueblos y sus posturas sobre los principales problemas de la nación. La conmemoración de esta ocasión por parte de los yemenítas es una encarnación consciente de una posición firme que envía múltiples mensajes a la nación de que el progreso comienza con la claridad de dirección, a los invasores de que los pueblos libres son inquebrantables y al mundo de que la verdadera luz emana de escenarios de firmeza y postura, no de mesas de normalización y sumisión.
La postura yemení sobre la Ashura y Palestina no separa significados, sino que los conecta en un solo camino que demuestra conciencia y firmeza. Esta ocasión se transforma en una clara expresión del compromiso del pueblo con la justicia en todo momento. El canto por Hussein es el mismo que el canto por Palestina, y la lealtad a la línea de Karbala se materializa en mantenerse firme junto a la resistencia y en formular una postura que comprende la magnitud de la batalla y reconoce su lugar en ella sin ambigüedades.
Desde esta postura, Yemen avanza con gran firmeza a la vanguardia de la nación, llevando el enfoque de Hussein en su conciencia y comportamiento, renovando con Karbala el pacto de la revolución inextinguible y colocando la causa palestina en el centro de su batalla. Aquí es donde se heredan los valores, se construyen las posiciones y los sacrificios de Hussein se recuerdan como un faro que guía el camino, consolidando los principios que configuran los rasgos de la victoria y abriendo las puertas del empoderamiento para la nación.