
SSana'a Saba - Informe: Jamil Al-Qashm
En una nueva escalada que refleja el rostro terrorista de la agresión estadounidense-sionista, aviones enemigos lanzaron una serie de ataques contra varias instalaciones civiles y de servicio en Saná, Al Hudaydah y Amran, matando y hiriendo a varias personas y causando graves daños a instalaciones vitales de las que millones de yemeníes dependen para su vida diaria.
El aeropuerto internacional de Saná, el puerto de Hodeidah, las centrales eléctricas de Haiz y Dhahban y las fábricas de cemento de Amran y Bajel se han convertido en objetivos directos de esta escalada criminal, lo que confirma una vez más que el enemigo no hace distinción entre emplazamientos militares y civiles y no duda en utilizar el hambre, la destrucción y el derramamiento de sangre como medios de presión.
Estos flagrantes crímenes sionistas ocurren en un momento delicado en la batalla de la nación, con Yemen a la vanguardia del apoyo árabe e islámico a Gaza y a toda Palestina. Esta postura se ha mantenido inquebrantable desde el comienzo de la agresión sionista, pero se ha vuelto más firme con cada masacre cometida contra niños y mujeres en la asediada Franja de Gaza.
El bombardeo sionista-estadounidense no tenía un propósito militar, sino más bien el de castigar a un pueblo que eligió ponerse del lado de los oprimidos y transformar su batalla en un escenario para quebrantar su voluntad. La respuesta yemení fue firme y clara: no hay neutralidad en los asuntos de la nación ni hay retirada del apoyo a Palestina.
Las bajas civiles no fueron accidentales, sino más bien resultado directo de los ataques contra instalaciones de servicio de las que dependen millones de personas, en flagrante violación de todo el derecho internacional humanitario. Esto requiere que el mundo libre no permanezca como espectador del derramamiento de sangre inocente debido a la agresión sionista estadounidense y al silencio internacional.
El Aeropuerto Internacional de Saná, que fue atacado hoy, no es una base militar, sino la única salida humanitaria del pueblo yemení, a través de la cual se transportan medicamentos, ayuda y pacientes. Desactivarlo profundizaría la catástrofe y expondría a miles de personas a una muerte lenta, por una decisión conjunta sionista-estadounidense.
Las fábricas de cemento de Amran y Bajel no eran instalaciones militares, sino instalaciones productivas que proporcionaban a los yemeníes una fuente de sustento y materiales de construcción. El ataque contra ellos demuestra las tendencias criminales de la agresión y sus esfuerzos por socavar los pilares de la resiliencia interna y destruir toda capacidad de vida independiente.
Los bárbaros bombardeos sionistas son la otra cara de la misma mano que está matando al pueblo de Gaza, asediándolo, matándolo de hambre y negándole medicinas. Hoy está intentando cortar el acceso a Saná, Hodeidah, Saada y a todas las gobernaciones que se han mantenido firmes frente a la agresión.
Frente a la arrogancia sionista, Yemen, su pueblo, su ejército y sus dirigentes demuestran que la sangre de los civiles no es negociable y que cada gota derramada por Gaza se corresponde con una promesa de respuesta, no sólo en defensa de la soberanía, sino también en defensa del honor de toda la nación.
Las Fuerzas Armadas de Yemen, que hasta ahora han respetado las normas del compromiso ético, están llamadas hoy a ampliar sus opciones de disuasión, imponer una zona de exclusión aérea sobre los aeropuertos enemigos y redoblar las operaciones específicas para detener la maquinaria de matar.
El pueblo Yemenita está pagando el precio de su postura, pero lo está haciendo con conciencia y perspicacia, sabiendo que quienes no pagan el precio del honor en este mundo pagarán el doble del precio de la humillación en el más allá, y que el camino a Jerusalén está pavimentado con paciencia, sangre y sacrificio.
El intento del enemigo de detener el apoyo yemení a Gaza mediante estas incursiones ha fracasado desde el principio. Yemen eligió este camino por fe, no por hipocresía, y ni el dolor ni el asedio lo disuadirán de permanecer junto a los oprimidos, por grandes que sean los sacrificios.
La repetida agresión sionista es una extensión de la batalla sionista contra todo el pueblo libre de la nación, a través de la cual buscan castigar a todo aquel que desobedece la casa de obediencia estadounidense y a todo aquel que levanta la consigna de Palestina como destino de la batalla. Sin embargo, no saben que Yemen no pertenece a esta clase sumisa.
Hoy, Yemen comparte con Gaza el asedio, los bombardeos y el derramamiento de sangre. También comparte con Gaza el significado y la postura, y comprende que lo que está sucediendo es una lucha por la existencia y el destino entre una nación débil y un enemigo arrogante que no conoce piedad hacia la humanidad.
Las masacres que se están perpetrando hoy en Saná, Al Hudaydah, Amran y otras gobernaciones exigen acciones legales urgentes. Se debe formar una comisión internacional independiente para investigar estos crímenes y exigir cuentas a Washington y Tel Aviv ante los tribunales internacionales como partes directas de la agresión.
El sospechoso silencio internacional ante estos ataques coloca al sistema de las Naciones Unidas en una posición de complicidad y subraya la necesidad de construir un frente internacional paralelo de pueblos libres para exigir cuentas a los asesinos y a quienes los financian.
La responsabilidad de los hijos de la nación hoy es apoyar juntos a Yemen y a Palestina y no permitir que los colonos sionistas disfruten de la vida en los territorios palestinos ocupados mientras los niños de Gaza mueren de hambre y la gente de Saná es asesinada. Esta es una batalla de conciencia de la que los cobardes no escaparán.
Los crímenes sionistas ocurren en un momento en que aumentan los reclamos populares en varios países árabes para que los ejércitos árabes rompan con la caja de la subordinación y juren lealtad a Dios, a Su Mensajero y a la sangre de inocentes, no a embajadas y sultanes. La historia no tendrá piedad con quienes traicionan, ni Dios perdonará a quienes venden su causa y su nación por un precio barato.
Las consecuencias de los bombardeos de las gobernaciones yemenitas, la destrucción de infraestructura y servicios y el derramamiento de sangre civil no serán las mismas que antes. La ecuación ha cambiado y la única opción hoy es responder, ampliar las operaciones de disuasión y escalar hasta que la maquinaria de matar sionista se detenga y se levante el asedio a Gaza.
Yemen se solidariza hoy con Gaza, defendiendo la dignidad de la nación y enseñando a todos que el verdadero apoyo no se mide por la cantidad de misiles, sino por la firmeza de la posición, y que en tiempos de humillación árabe, todavía hay quienes luchan por el bien de la humanidad, la causa y el futuro.